Tipos de saunas: tradición, salud y nuevas tecnologías

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El ritual de la sauna ha acompañado a diferentes culturas a lo largo de la historia. Desde las comunidades nórdicas que la utilizaban como espacio de purificación hasta los baños de vapor en la cuenca mediterránea, esta práctica se ha consolidado como un símbolo de bienestar y cuidado personal. Hoy en día, la sauna ha dejado de ser un lujo exclusivo para convertirse en un recurso accesible en gimnasios, spas y hasta en los hogares, con una variedad de opciones que responden a distintas necesidades.

La diversidad de tipos de saunas refleja tanto las innovaciones tecnológicas como la permanencia de tradiciones ancestrales. Sauna finlandesa, sauna de vapor, biosauna, infrarroja o combinadas son solo algunas de las alternativas que se encuentran en el mercado, cada una con beneficios y precauciones específicas. Comprender sus características permite aprovechar mejor sus efectos, pero también elegir con criterio la opción más adecuada para cada persona.

 

Sauna finlandesa: el calor seco

La sauna finlandesa es probablemente la más reconocida a nivel mundial. Su origen se remonta a varios siglos atrás en los países escandinavos, donde se construían pequeñas cabañas de madera calefaccionadas con piedras volcánicas. En ellas, la temperatura oscila entre los 80 y 100 grados centígrados, con una humedad relativa baja.

El calor seco tiene efectos inmediatos en el organismo: favorece la dilatación de los vasos sanguíneos, aumento de la frecuencia cardíaca y una sensación de relajación profunda. Según la European Society of Cardiology, la exposición regular a saunas finlandesas puede estar vinculada a una reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares y a una mejora en la elasticidad arterial.

 

Sauna de vapor o hammam: la humedad como protagonista

En el extremo opuesto se encuentra la sauna de vapor, también conocida como hammam. Su temperatura es más baja (alrededor de 40 a 50 grados), pero la humedad alcanza casi el 100%. Este entorno resulta especialmente beneficioso para quienes buscan alivio en vías respiratorias, ya que el vapor ayuda a descongestionar y suavizar las mucosas.

El hammam, de raíces árabes y mediterráneas, es también un espacio de socialización y cuidado estético. Hoy en día se sigue utilizando tanto en balnearios como en centros urbanos, reforzando su papel como tradición cultural y herramienta terapéutica.

 

Biosauna: equilibrio intermedio

La biosauna combina elementos de la sauna seca y la húmeda. Se mantiene a temperaturas moderadas (50–60 grados) y con un nivel de humedad intermedio. Es una opción recomendable para quienes no toleran bien el calor extremo de la sauna finlandesa ni la saturación de vapor del hammam.

Su efecto es más suave, pero igualmente estimula la circulación sanguínea y contribuye a la relajación muscular. Además, se suele enriquecer con aromaterapia o cromoterapia, ofreciendo una experiencia sensorial más completa.

 

Saunas de infrarrojos: innovación en el bienestar

La introducción de la tecnología de rayos infrarrojos supuso una revolución en este campo. A diferencia de los sistemas tradicionales que calientan el aire, las saunas de infrarrojos transmiten el calor directamente al cuerpo mediante ondas de radiación. Esto permite que la temperatura ambiente se mantenga más baja (entre 40 y 60 grados), lo que facilita su tolerancia.

Tal como explican en Saunas Luxe, el principio activo de este tipo de sauna se centra en la penetración del calor en capas más profundas de la piel, lo que favorece la sudoración y la eliminación de toxinas sin necesidad de exponer al cuerpo a temperaturas tan altas. Además, se considera especialmente útil para personas con problemas articulares o musculares, ya que el calor suave puede contribuir a aliviar tensiones y dolores crónicos.

 

Beneficios generales de las saunas

Independientemente de la modalidad, la sauna ofrece múltiples beneficios. Entre los más destacados se encuentran:

  • Relajación muscular y reducción del estrés: la exposición al calor induce un estado de calma y ayuda a liberar tensiones acumuladas.
  • Mejora de la circulación sanguínea: el calor provoca vasodilatación y un aumento del flujo sanguíneo.
  • Eliminación de toxinas: la sudoración intensa favorece la expulsión de sustancias de desecho.
  • Cuidado de la piel: la dilatación de los poros y la sudoración profunda contribuyen a una limpieza cutánea más efectiva.
  • Bienestar psicológico: la sauna se ha consolidado como un espacio de desconexión del ritmo acelerado de la vida cotidiana.

Según la información otorgada por Mayo Clinic, la sauna puede mejorar la salud cardiovascular, aliviar dolores y mejorar la calidad de vida, aunque siempre debe utilizarse de forma responsable.

Precauciones y contraindicaciones

Si bien las saunas son seguras para la mayoría de las personas, existen situaciones en las que se recomienda precaución o directamente evitar su uso. Personas con problemas cardíacos no controlados, mujeres embarazadas o individuos con presión arterial inestable deben consultar previamente con un profesional de la salud.

El Ministerio de Sanidad de España subraya la importancia de adoptar hábitos saludables con responsabilidad, recordando que toda práctica de bienestar debe adaptarse a las características y condiciones de cada persona.

Además, es importante evitar la deshidratación. Beber agua antes y después de la sesión, limitar la permanencia dentro de la sauna y prestar atención a las señales del propio organismo son medidas básicas para una experiencia segura.

 

Las saunas en la cultura del bienestar en España

En España, el interés por las saunas ha crecido en paralelo a la expansión de gimnasios, centros de spa y circuitos de bienestar. A diferencia de países como Finlandia, donde la sauna es un hábito cotidiano, en la península ibérica su uso se asocia principalmente a momentos de ocio y cuidado personal.

En los últimos años, sin embargo, se observa una tendencia creciente hacia la incorporación de saunas en el hogar, favorecida por sistemas más accesibles como las saunas de infrarrojos. Esto refleja no solo una búsqueda de salud física, sino también un interés cultural por integrar el autocuidado en la rutina diaria.

La sauna se ha convertido así en un símbolo de equilibrio: un espacio que conecta tradición y modernidad, comunidad e individualidad, placer y salud.

 

Un ritual milenario

Los diferentes tipos de sauna responden a necesidades, gustos y tradiciones diversas. Desde la intensidad de la sauna finlandesa hasta la suavidad de las cabinas de infrarrojos, cada modalidad ofrece beneficios específicos, siempre que se utilice con precaución y criterio.

Más allá de su función terapéutica, la sauna representa un espacio cultural que ha sabido adaptarse a la modernidad sin perder su esencia ancestral. En la actualidad, se consolida como un recurso de bienestar que conecta cuerpo y mente en un mismo ritual.

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